La pandemia y el confinamiento por COVID-19 nos llevaron a repensar cómo habitamos los espacios, según varios arquitectos. Para nosotros, fue una invitación a reconsiderar cómo disfrutamos de nuestros sentidos y cómo conectamos el interior de nuestro cuerpo con el mundo exterior. Esta reflexión surgió de manera casual y efímera.
Alex comenzó a fotografiar el cielo, usando aplicaciones para interpretar las temperaturas y gamas de color. Tras colaborar con Luca Salas en una serie de time lapses que capturan el carácter efímero y variable de la luz natural, no solo a lo largo del tiempo sino también a través de distintas latitudes mundiales, Paw y yo percibimos un enorme potencial de reflexión y aprendizaje.
Un punto de inflexión fue un post de Instagram de la diseñadora de iluminación chilena Paulina Villalobos, quien compartió fotografías que mostraban el drástico cambio de luz en un lugar como Santiago desde el mediodía hasta el atardecer/anochecer.
“¡Eureka!”, pensamos. Aquí había una forma visual de compartir estos nuevos descubrimientos. Si las redes sociales están inundadas de fotografías cotidianas, ¿por qué no compartir también estos cambios recurrentes en la luz?
Con esta idea, contactamos a Pau Villalobos para discutirla, y ella aceptó entusiasmada.
Así nació #lightitudes, un espacio colaborativo donde mostramos cómo la luz cambia y crea imágenes únicas y efímeras en diferentes latitudes del mundo (light+latitudes= lightitudes).
Este proyecto busca reavivar ese sentido de asombro y curiosidad que tal vez sentimos en la infancia, o que observamos en nuestras mascotas al mirar por una ventana.
Amigos de todo el mundo ya han contribuido, ayudándonos a crear una red más amplia, participativa y fascinada por la luz.
Síguenos en Instagram @lightitudes. La invitación a observar y participar está abierta a todos.